Fallece el Dr manzanillero Romárico Arjona

Los hombres imprescindibles, excepcionales por desempeño siempre están en el corazón del pueblo. Así sucede con el doctor Romárico Arjona Aguilera, quien falleció esta madrugada en La Habana a los 93 años de edad.

Considerado como uno de los padres de la Pediatría en esta región de Cuba, el doctor Arjona comenzó sus estudios en la capital del país en 1954 y “me quedé adiestrándome en el manejo y atención de los niños, vivía enamorado de ese segmento poblacional; soñaba con curarlos, y decidí entonces dedicarme a esa rama.

“Por aquellos años los trabajos estaban en manos de los políticos y yo me enteré que iban a hacer en Manzanillo un dispensario infantil y regresé para ocupar una plaza. Me convertí en el primer trabajador nombrado para la Organización Nacional de Dispensarios Infantiles (ONDI)”, me contó en una entrevista.

“Con un camino joven, poco tiempo después fui hasta el hospital Caymari, que dirigía el doctor Ulises Estrada Oro y en el cual existían solo 16 capacidades para ingreso. Ahí me formé no solo como profesional, sino como hombre y ser humano.

 “El doctor Ulises era un comunista de armas tomar y tuvo que abandonar la institución para evitar riesgos y quedé al frente de la sala hasta el Triunfo de la Revolución en 1959, con la que gané en dignidad, en libertad y respeto, en consideración, el futuro resultó totalmente cierto.

"Como profesional, me quedo en el hospital, que deciden nombrar Hermanos Cordové. Fue materno infantil y después, definitivamente, pediátrico.

 Cada sala, pasillo, área de esa institución tiene la huella indeleble de un hombre que hizo de la entrega total su pasión permanente; del talento, inteligencia y profesionalidad, cualidades que lo hicieron una de las cátedras de la especialidad en la Mayor de las Antillas.

 En el centenario de la institución lo agasajó el colectivo y el gobierno de Manzanillo lo reverenció con Pergamino de la Ciudad.

“Vengo domingo por domingo, como también los días festivos, feriados, los fines y principios de año, los Primero de mayo porque los enfermos y las enfermedades no tienen día. Es muy importante que uno esté enamorado de su trabajo.

 “No existe satisfacción más inmensa de mi vida que dar alta a un paciente y después el saludo en la calle de uno de esos niños que atendí. La alegría es indescriptible: si es varón le doy la mano, o le beso la frente si es niña.”

 

Publica el periodista Roberto Mesa Matos que así se describe la altitud hermosa de un profesional dedicó más de cinco décadas de su vida a devolver la sonrisa a los pequeños; la tranquilidad a los padres y familiares. El doctor Romárico Arjona Aguilera está para siempre en el alma de Manzanillo.

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