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Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo

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slide iconCarlos Manuel Perfecto del Carmen de Céspedes y López del Castillo (Bayamo, 18 de abril de 1819-Sierra Maestra, 27 de febrero de 1874) fue un líder independentista cubano, quien inició la Guerra de los Diez Años al levantarse en armas contra el gobierno español el 10 de octubre de 1868. Dio a conocer su plan de lucha con el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, concediéndoles la libertad a sus esclavos e invitándoles a unirse a la lucha anticolonialista. Fue mayor general del Ejército Libertador de Cuba y primer presidente de la República de Cuba en Armas. Destituido como presidente en 1873, se instaló en San Lorenzo, la Sierra Maestra donde, en 1874, cae en desigual combate contra las tropas españolas.

Manifiesto del Diez de Octubre

Elaboró el Manifiesto del 10 de Octubre que daba a conocer los objetivos y las causas por las que los antiguos criollos, ahora convertidos en cubanos, se disponían a defender de forma violenta el territorio en que vivían y que ya comienzan a llamar Patria y nación.

Principales combates

En este documento se plantea entre otros aspectos:

... Nadie ignora que España gobierna a la Isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado... que teniéndola privada de toda libertad política, civil y religiosa, sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas o ejecutados sin formación de proceso por comisiones militares en plena paz... la tiene privada del derecho de reunión como no sea bajo la presidencia de un jefe militar, no puede pedir remedio a sus males sin que se la trate como rebelde y no se le concede otro recurso que callar y obedecer...
Manifiesto del 10 de Octubre.

Principales combates

Dirige las tropas cubanas cuando el 11 de octubre se produce el combate de Yara, primer combate y primera derrota de lo que sería el futuro Ejército Libertador. Pronunció una frase célebre al conocer que sólo quedaban doce hombres: «Doce hombres bastan para alcanzar la independencia de Cuba...».

Participa y dirige junto a otros patriotas la toma de Bayamo, el 20 de octubre de ese mismo año y se le ve junto a Pedro Figueredo en el acto donde por primera vez se entona el Himno Nacional de Cuba.

Destitución y muerte

Representante a la Asamblea de Guáimaro por la antigua provincia de Oriente, defendió, en contra del criterio de Ignacio Agramonte y otros, la necesidad de un gobierno dirigido por los militares sin el peso de civiles que impidieran el desarrollo rápido de acciones militares. Por su labor en esta asamblea en torno a la búsqueda de la unidad, fue nombrado Presidente de la República en Armas. Su mandato se extiende desde 1869 hasta el 27 de octubre de 1873 en que la Cámara de Representantes lo destituye. El acto jurídico ocurre en el poblado de Bijagual de Jiguaní, según narra Eusebio Leal Spengler: «en presencia de un fuerte contingente de tropas mambisas y de altos mandos militares de la Revolución».

Durante meses se le ve vagando junto a la impedimenta, pues el Gobierno le niega la autorización para abandonar el séquito del gobierno y marchar al extranjero. Su objetivo: continuar ayudando a la revolución. Finalmente al permitirle abandonar la sede del gobierno, solo, privado de la escolta que por el alto cargo desempeñado le correspondía, se retira a San Lorenzo, lugar intrincado donde funciona una especie de hospital mambí. El 27 de febrero de 1874 cae combatiendo contra una tropa española que lo descubre y trata de apresarlo.

Su destitución, junto a la muerte de Ignacio Agramonte un año antes, abonó el camino para que florecieran la indisciplina, el caudillismo y el regionalismo que tanto le costarían al pueblo cubano en esa guerra.

Sus restos se encuentran sepultados en el Cementerio de Santa Ifigenia de la ciudad de Santiago de Cuba.

Padre de la Patria

Un hecho que demostró el amor del presidente por la causa independentista ocurrió en mayo de 1870, cuando el capitán general de la Isla, Caballero de Rodas, le envió un mensaje comunicándole que su hijo menor, Oscar, había sido capturado y condenado a muerte, por lo que lo extorsionó afirmando que si no se entregaba, asesinarían a su hijo.

La respuesta de Céspedes fue tajante: «Oscar no es mi único hijo: yo soy el padre de todos los cubanos que han muerto por la Revolución». Por tal actitud los cubanos lo proclamaron Padre de la Patria.

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