Honrar a los que cumplieron con su deber, es el modo más eficaz que se conoce hasta hoy de estimular a los demás a que lo cumplan.
Con esta prédica martiana los trabajadores del Museo Municipal de Manzanillo recuerdan la presencia de Daniel Rodríguez Verdecia, en su natalicio el 11 de mayo de 1938.
Manzanillero y granmense hasta la médula, en él primó siempre el espíritu de la unidad, apasionado y dueño del don de la palabra, gustaba de las retretas de la banda Municipal, la belleza del parque y su Glorieta.
Hoy cumpliría 83 años quien disfrutada del rumor de las aguas del Guacanayabo, de la espléndida simbología de La Demajagua y su gloriosa campana, así como del privilegio de haber nacido y vivir hasta su muerte en Calle Martí número 143 entre Aguilera y Concepción, en esta ciudad de Manzanillo.
Rodríguez Verdecía recorría las calles de la ciudad de la mano amada de Yeni con quien compartió toda una vida fiel a la Revolución al Partido y a las figuras históricas que siguió como guías en el transcurso de su vida, en especial a Martí y Fidel a quienes unía como un haz de fuego en sus intervenciones.
Con el gracejo que le caracterizaba decía que quería vivir 120 años, y aunque no lo logró, cumplió su compromiso de honor de no jubilarse jamás, porque al experimentar el infarto que le arrancó la vida, abordaba un auto, pues partirían a cumplir misión de trabajo.
Nuestro Museo Municipal realizó un valioso rescate de objetos pertenecientes a Daniel que en su momento serán expuestos al público para su disfrute.
Texto Museo Municipal de Manzanillo.
Foto: La Demajagua.
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