A nadie importó el intenso sol y calor de la una de tarde del domingo. Se marchaba a la eternidad uno de los realizadores imprescindibles de la Radio en esta ciudad de mar, salitre y sol; considerado Maestro de maestros de ese medio no solo aquí, sino en varias provincias de Cuba.
Rolando de la Cruz Gacel dedicó 44 años de su existencia a la emisora Radio Granma, considerada escuela entre las de su ámbito en el país, y desde aquí el sobresaliente realizador de sonidos encumbró una trayectoria que el pasado 24 de mayo coronó la condición de Artista de Mérito de ese medio de difusión masiva. Poseía además el Micrófono de la Radio, único profesional de su especialidad en la Isla que hasta el presente lo hace brillar en sus vitrinas.
Motivos para que sus compañeros de labor, entre ellos el Premio Nacional de la Radio Tomás Ernesto Martínez Robles y Luis Alberto Otero Naranjo, director del sistema radial en la provincia de Granma, acudieran a tributar la última ovación a “El Mulo”, como cariñosamente conocían todos a De la Cruz Gacel.
No podía ser de otra manera para quien sembró en muchos corazones el sello de calidad de un desempeño excepcional con el que mereció más de treinta premios en festivales nacionales y sobrepasó el centenar los alcanzados en los escenarios municipal y provincial.
A las ofrendas florales de la familia las acompañaron los arreglos enviados por las direcciones de la Radio en Manzanillo y Granma, del colectivo de la institución de la Ciudad del Golfo de Guacanayabo, así como de funcionarios de las organizaciones políticas y de masas de la localidad.
De la Cruz Gacel supo ganar el cariño de todos por su alma noble, sencilla, humilde, pero también muy responsable, disciplinado, rigurosamente brillante detrás de las multibotoneras lo mismo en el máster central, los estudios de grabaciones o ediciones, en la musicalización y los controles remotos desde exteriores, donde logró una maestría difícil de igualar.
Así lo recordó, muy emocionado, el periodista Pedro Vera Portales, para quien “Rolandito fue más que un colega, fue un amigo, hermano de la vida. Nadie como él para “televisar con la palabra”, poseía un ingenio que lo que se proponía lo logrado y todos quedábamos satisfechos del resultado”.
“Ahora acuden a mi memoria las decenas de anécdotas que describen su pasión por la radio: lo mismo “movía” un raíl de línea porque se montaría un transmisor en ese sitio, que cargó uno de esos equipos hasta el Pico Turquino para casi tocando las estrellas llevar sonido en vivo.
“Aún rememoramos la ocasión en la cual logró transmitir un desfile de carnaval del municipio de Niquero, después que nadie lo creía posible o el histórico “viaje” en helicóptero por la Sierra Maestra, junto a otro realizador inmenso: Jorge Ibarra”.
“Esas eran las “locuras” de Rolando, un manzanillero cabal y gentil porque es muy difícil que algún chofer detuviera la marcha a las doce de la noche en medio de una oscuridad por las señales de una persona desconocida. Era único y esta es la muestra más evidente”.
“La amistad con Cándido Fabré me favoreció el acercamiento a la tecnología digital en su estudio, por eso cuando se instaló en la emisora ya yo dominaba algo”, contó De la Cruz a este redactor a propósito de la última condición que le entregaron.
Y allí estaba el genial improvisador cubano para despedir a su entrañable amigo: “He llorado muchas veces, y esta es una de esas ocasiones, y aún me falta por hacerlo. Me quedo con la imagen sonriente y afectuosa de El Mulo, al menos yo imaginaré que me lo encontraré en cualquier esquina de la ciudad para conversar y sonreír un rato”.
“Hoy se lleva un negro velo la amistad de tantos años / siento en tu cuerpo algo extraño que no sé si es mala suerte / se va el amigo y la muerte sigue alegre su camino / esa es la ley del destino no debe causarnos pena. La muerte es una cadena, con principio y sin final / otros van a continuar, con mucho dolor lo digo / pero adonde fue el amigo llegaremos al final”.
“Rolando, que Dios te tenga en la gloria porque tu pueblo te guarda para siempre en su corazón”, cerró Fabré.
Texto Roberto Mesa Matos.
Fotos Facebook.
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