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Crónicas de un Manzanillero.

Era domingo de carnaval pero para los revolucionarios que ansiaban ver a su Patria libre y soberana constituía el momento idóneo para reiniciar la lucha por la independencia y dar finalidad al coloniaje español abusivo y cruel. La música cesa porque conoce que es necesario ceder su lugar al grito de: -¡Viva Cuba libre! Voces se agigantan y se aúnan en un clamor único. ¡Llegó el hermoso día! Hombres crecen, se hermanan en la defensa de las causas justas y hacen historia. Inicia el fragor del combate, cuerpos se funden y abren su pecho con la destreza y el ahínco del que se sueña victorioso. Machetes en alto brillan bajo la luz del sonriente y orgulloso Sol por la gesta gloriosa que destaca. De todos los confines de la isla amada se suceden los grandiosos alzamientos. Patriotas de sueños, ardor patriótico y espíritu guerrero no se amilanan ni retroceden. En sus corazones late la esperanza para que Cuba, majestuosa, ría. El campo cubano se tiñe de rojo. La sangre abonada no es en vano, se levanta, se multiplica y echa a andar.  ¡Qué preclaro el más ilustre de todos los cubanos, Martí y al decir de Máximo Gómez: “…el alma del levantamiento…” Bajo su certera dirección la nueva contienda desarrollada mantuvo viva, siempre, la llama de la rebeldía, brilló en su época y trascendió, firme y fértil, hasta nuestros tiempos. No se logró la victoria, ya casi ganada, e intervino el águila imperial. Al aguerrido pueblo solamente le quedaba una salida: prepararse para emprender nuevas contiendas. El sacrificio, el valor, la tenacidad de muchas generaciones de cubanos guiados por el líder que expresó: “Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro” hicieron posible que la verdadera libertad se alcanzara el 1ro de enero de 1959. Por eso, al valorar nuestra historia, expuso:

 “Y nosotros debemos saber, como revolucionarios, que cuando decimos de nuestro deber de defender esta tierra, de defender esta patria, de defender esta Revolución, (…) ¡hemos de pensar que estamos defendiendo la obra de 100 años!”

¡Jornada heroica vivida bajo los acordes musicales de las armas que entonaban emocionadas la más sublime canción de libertad aquel esperanzador 24 de febrero de 1895!

   Aida Vázquez Toledano

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