Uno de los centros que ha mantenido sus tradiciones educativas desde su fundación es la Empresa Pesquera Industrial de Granma (EPIGRAN), otrora combinado pesquero de Manzanillo.
Muestra de esto lo puede ofrecer Celedonio Capoche Rosales, experimentado trabajador de este centro que desde sus inicios brinda su apoyo educativo en esta entidad.
En la creación de la entidad “aquí se desarrolló un programa inicial con la batalla por el Noveno grado, y despues los trabajadores se superaron con el Duodécimo grado, y en esto intervinieron profesores que habían en la empresa”, recuerda Celedonio.
“Estas escuelas funcionaban dentro de la entidad con un equipo de educadores que eran plantilla de la entidad quienes motivaron a que todos los trabajadores alcanzaran el Noveno grado, fundamentalmente los pescadores, un éxito para la empresa”, agrega Capoche Rosales.
Luego este centro se sumaría en la década de los años 80 del siglo pasado a una etapa fundamental para la necesaria continuidad de la industria, que fue la creación de los círculos de interés de la pesca para la formación vocacional en las nuevas generaciones y desde entonces Celedonio se convirtió en el instructor de estos círculos, labor que desempeña por 41 años ininterrumpidos.
“De ahí desarrollamos todas las actividades con los alumnos. Aquí tenemos características especiales pues los alumnos deben aprender a nadar, uno de los requisitos fundamentales.
Trabajamos con pioneros del cuarto a noveno grado y contamos oficialmente con nueve círculos de interés que funcionan en las diferentes escuelas de la comunidad”, agregó.
Los pioneros integrados a estos círculos tienen un privilegio especial. “Nosotros le damos continuidad de estudios a los alumnos en la escuela de la pesca que colinda con nuestra entidad, y ahí se gradúan en las especialidades de motorista naval y patrón de primera.
Con esto atendemos a la comunidad, a los hijos y nietos de pescadores para que la tradición pesquera no se pierda”, dice Celedonio.
Un apoyo esencial que estos grupos han recibido es el de la familia de los pioneros, así confiesa este instructor. “Sí porque aquí hay una responsabilidad muy alta pues hay que enseñarlos a remar en el mar y por eso hay que tener todo cuidado. La mayoría son descendencias de pescadores y ya tienen algunos conocimientos desde la base familiar, y así los preparmos para que cuando matriculen en la escuela de la pesca lleguen con una mejor formación”.
Sin dudas este es uno de esos resultados que se logran cuando se trabaja la formación vocacional. Sirva este ejemplo de EPIGRAN como homenaje también a quienes se dedican a la noble y hermosa tarea de enseñar en la jornada del educador.
Texto y Foto Eliexer Pelaez Pacheco.
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