Para unas veces valen las armas, mezclado con el coraje, la valentía, el patriotismo, la dignidad; para otras, la inteligencia, la sabiduría, la entereza, el amor y el respeto por el ser humano.
Cuando ambas se juntan en la acción generosa de un hombre, se levanta como pirámide a la vista de los ojos de todos y se convierte en ejemplo para su tierra y para el mundo.
Todo eso estaba depositado en aquel documento que firmó el Padre de la Patria, el día 27 de diciembre del año 1868.
Libertad, así aparecía claramente escrito en el Decreto en Armas para la Abolición de la Esclavitud, que exigía el derecho de todos los hombres, blancos, negros y mestizos a vivir y convivir con los mismos derechos ciudadanos.
El eterno Padre de la Patria conocía perfectamente la trascendencia de aquel documento donde la libertad debía convertirse en una premisa de todos y para todos; por ello se luchó desde 1868 hasta 1959.
Sesenta años de Revolución celebraremos este primero de enero, impulsado por aquellos hombres que lo entregaron todo, absolutamente todo, hasta su vida, porque 150 años después se viera materializado su sueño de libertad plena.
La nueva Constitución que se aprobará el próximo 24 de febrero no es más que una muestra indeleble de los sueños de aquellos hombres que lucharon por la independencia y la soberanía.
Libertad es el derecho de todo hombre a participar, decidir, opinar y vivir en una sociedad donde su espacio y acción se tienen en cuenta, eso quisieron Carlos Manuel, Martí y Fidel, y eso hemos logrado con la libertad de todos. (Erenia Tamayo Torres. Foto referencial ACN)
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